viernes, 30 de junio de 2017

Fargo: 3er Temporada - T.V. para paladares exquisitos - La Columna de Logan.




En una industria televisiva saturada de estrenos y producciones de disímiles calidades, las cuales, además, apuntan a públicos muy variados, es complicado encontrar un showrunner que en menos de un año haya participado de dos producciones a primera vista diametralmente opuestas pero ambas con una calidad altísima, tanto en sus tramas como en la producción detrás de ellas, por eso creo meritorio comenzar la reseña enfatizando este punto, ya que el productor y guionista Noah Hawley ha dado en el clavo no solo con la 3er temporada de una de sus creaciones, Fargo, sino también con la excelentísima y muy jugada Legion de FOX que concluyó hace apenas unos meses y dio que hablar no solo en el ambiente comiquero sino también fuera de él. Nunca el conflicto mutante de Marvel Comics se tornó tan interesante para el público masivo en alguna de sus versiones live-action como con esta corta miniserie de 8 capítulos que se dio el gusto de explorar los lados más oscuros y recónditos de la mente haciendo uso de un puñado de inteligentes y frescos recursos narrativos, transitando estados de psicodelia puros que serían la envidia de John Lennon y Syd Barrett.


Hermanos de Sangre

Pero Legion –al menos el comienzo de su 1er temporada- ya tuvo su espacio en este sitio, ahora es el momento de detenernos a analizar, masticar, degustar y porqué no regresar a esta nueva joya de la televisión ficcional del norte que lleva por nombre Fargo, y que en su 3er temporada nos traslada al año 2010 para narrarnos una dramática y cautivante aventura que se va a desarrollar en 3 pueblos de Minnesota: St. Cloud, Eden Valley y Eden Prairie. La sorpresa más llamativa de esta nueva entrega se encuentra en manos de uno de sus protagonistas, Ewan McGregor, el cual tuvo la difícil tarea de caracterizar a dos hermanos: Ray y Emmit Stussy. Para el teleadicto friki este tipo de desafíos no le resulta para nada llamativo, ya que la ídola de Tatiana Maslany en Orphan Black ha llegado a dar a vida a 6 hermanas-clones completamente disímiles entre sí casi simultáneamente, con sus respectivos cambios de looks, formas de caminar, de hablar y de actuar, pero de todos modos eso no significa que la labor del buenazo de Ewan no requiera de una destreza y una coordinación por parte de la producción detrás de cámaras digna de ser aplaudida.

Los conflictos que se desarrollan en la aventura que vamos a experimentar cuando nos adentremos en el terreno de esta 3er entrega parten de la premisa de un homicidio equivocado, para variar. La casualidad o causalidad siempre es un factor determinante en este vertiginoso show, pero los productores jamás dejan de asombrar y sorprender con la manera en la que presentan estos hechos, y la forma en la que los mismos afectan a los personajes protagonistas y el universo que habitan. De los dos hermanos -uno empresario, rico, con una familia formada y casi podríamos decir en la cúspide de su profesión, el otro en franco descenso, con un trabajo de mierda viviendo en condiciones bastante magras pero que ha encontrado en su reciente pareja la compañera ideal para llevar adelante ciertos planes que podrían posicionarlos a ambos en una ruta afortunada- se desprenderá este erróneo crimen por encargo que terminará involucrando a la oficial Gloria Burgle, en la piel de Carrie Coon, ya que una de las víctimas será su padrastro.

El pequeño relato coral de esta nueva edición estará completado por una enorme Mary Elizabeth Winstead dando vida a Nikki Swango, una sexy estafadora fanática del bridge y dueña de un carácter y una personalidad que le permitirán manipular casi sin esfuerzo a su pareja, Ray, para que ambos puedan sacar provecho económico a costa del afortunado hermano, Emmit. Este último, por otro lado, será interpelado por el misterioso V. M. Varga, magistralmente caracterizado por David Thewlis, un jodido y mala leche hombre de negocios turbios que instala su cuartel operativo móvil en la ciudad en la cual Emmit tiene esparcidos sus decenas de estacionamientos que le reditúan sus riquezas, y producto de un polémico préstamo que le hizo casi anónimamente hace unos años para salvarlo de la ruina lo presionará y coaccionará para formar una sociedad de la cual supuestamente ambos podrán beneficiarse.

Por supuesto, este tal V. M. Varga, inescrupuloso y manipulador como pocos, tiene un accionar cuasi-mafioso para resolver prácticamente la totalidad de los problemas con los que se enfrenta, y no titubea un segundo cuando se trata de mandar a golpear, torturar e inclusive matar a un objetivo con tal de lograr sus metas. La persistencia de la oficial Burgle para resolver el caso y su capacidad para desenmarañar el nudo de delitos y crímenes que arrastra el mismo será la piedra sobre la cual se van a mover el resto de los jugadores, y además, ya que estamos, se terminará transformando en una molesta piedra en los zapatos de los hermanos Stussy y hasta del mismísimo Varga. De hecho, esa será una constante también en otros personajes: la resistencia de los mismos a aceptar un destino nefasto y bajar los brazos sumado a la capacidad de supervivencia de cada uno adaptándose a las nuevas reglas del juego los llevarán a generar un reguero de cadáveres inaudito para unos poblados en los cuales internet sigue siendo una herramienta misteriosa e inservible.

Las Leyes de lo inevitable

Sin duda alguna la trama de Fargo es digna de destacar, no particularmente porque sea un policial puro y duro sino, como ha sucedido en las temporadas previas, por la asombrosa capacidad que tienen los productores y guionistas de desarrollar una serie de eventos desafortunados (un saludo a Daniel Handler) concatenados y aislados que se van acoplando con absoluta naturalidad. La verosimilitud del relato claramente podría ser puesta en jaque si no tuviéramos un casting ejemplar dirigidos por personas realmente capaces que sacan lo justo y necesario de cada uno de sus personajes, aún cuando algunos de ellos sean un cliché del género… pero incluso esos de todos modos son presentados de manera fresca y con algún detalle añorable o distintivo que no llega a sacarlo del registro habitual pero lo hace significativo y único.

Y como si todos estos elementos no fueran suficientes, Fargo cuenta, además, con una de las mejores producciones detrás de cámaras. Su delicada edición, el amor que denota el story-board, posicionando las cámaras en lugares estratégicos para darnos planos únicos y memorables, el tiempo que se toman para narrar detalles pintorescos del pasado de algunos personajes, el cual siempre es el correcto -nunca muy corto y nunca demasiado prolongado-, su cuidada musicalización, los créditos iniciales de cada capítulos que nos invitan a participar de la fantasía en la cual cada capítulo es una película auto-conclusiva en sí (es como ver una nueva versión de la Fargo original de los Coen una y otra vez) y al menos una decena de detalles más de este tipo hacen que sea muy difícil no terminar amando este show.

Fargo es la consecuencia de la evolución de la televisión moderna, o al menos de aquella que siempre apuesta a más, de aquella que no hace un uso excesivo de fórmulas ya probadas, que no tiene miedo de recuperar aquellos elementos que han funcionado en este medio –y en el cine- hace 30 o 40 años, a sabiendas de que existe un contexto que justifica su recuperación, y no solo por el mero uso nostálgico. Esta serie es un precioso y delicado rompecabezas armado por un relojero suizo que denota un conocimiento íntimo y profundo del arte de la narración televisiva y capitular, y que entiende que si bien esto es un negocio, la necesidad de generar interés, rating y dinero no tiene porqué ir en contra de un producto delicado y digno apuntado a un público con un paladar exquisito.

Lo único negativo que tiene un show como éste es su corta duración, pero no porque la misma no sea la correcta sino porque el placer de seguir disfrutando de un producto tan pulido y tan excitante se limita a solo estos 10 episodios. Mientras Fargo está al aire nada más importa, y cuando Fargo concluye su nueva temporada ese vacío es casi imposible de llenar, al menos en lo que se refiere a ficciones de este medio. Vean Fargo, si aún no lo hicieron. Es una orden.
Nos volvemos a leer la semana que viene, aquí, en Tierra Freak.
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