viernes, 3 de junio de 2016

Outcast – Análisis del piloto de la serie de T.V. - La Columna de Logan.




Damien, Lucifer, Supernatural, Preacher, The Walking Dead, Constantine, The Strain, Penny Dreadful... ¿qué tienen en común todas estas series? Que de una u otra forma hacen acuso de la existencia de un mundo sobrenatural desconocido para la mayoría que azota desde las penumbras la fragilidad de las almas mortales. Pero además, que casi la mitad de los shows mencionados son adaptaciones libres de comics yanquies que se corren unos metros del fenómeno superheróico y abordan temáticas relacionadas con el terror y el suspenso. El día de hoy vamos a efectuarle una autopsia al piloto de uno de los estrenos de Cinemax para este semestre que ya casi se nos va: Outcast, la producción que adapta el comic homónimo de Robert Kirkman y Paul Azaceta para la editorial Image, mismo que comenzó su andadura allá por junio del 2014 y lleva 19 números publicados.


El comic de Image

Lo bueno de escribir para Tierra Freak es que puedo hacer uso de su propia “cronología” y poner así, mirá, Robert Kirkman y dejarte a vos el trabajo duro de hacer click en la biografía que un colega expuso para este sitio. ¡Qué fácil mi vida, ¿no?! Amén de eso, de todos modos si hay un guionista moderno de comics que podemos considerar trascendió el medio y hoy por hoy es conocido por la masa, ese es Robertito, quien, por otro lado, más allá de su caballito de batalla zombie más conocido y galardonado, sigue dando cátedra mes a mes sobre cómo escribir un comic superheróico con todas las letras en su asombroso Invincible .

Es así como una mañana Kirkman se levantó de la cama y comenzó a pergeñar una historia que aborde otro fenómeno popular muy conocido relacionado con lo sobrenatural, el de las posesiones demoníacas, mismo que tuvo su pico de popularidad en la cinta The Exorcist (1973) de William Friedkin, la cual nos proveyó de prácticamente todos los elementos que abundan sobre este mito, y cuyo guión está levemente inspirado en el exorcismo de Roland Doe, un caso real de posesión que se dio en un niño norteamericano de 13 años a fines de los ’40.

Entonces, puesto ya a explotar una vez más las pesadillas que lo azotan, haciendo uso de su propio sello dentro de Image, Skybound Entertainment, Kirkman ubica al dibujante Paul Azaceta y juntos comienzan a contarnos los hechos que rodean la vida de Kyle Barnes, un treintañero que está pasando por una enorme depresión producto de, entre otras cosas, haberse separado de mujer, y que hace apenas unos meses acaba de regresar a su pueblo natal a vivir en lo que fue su hogar cuando era niño, el cual está ahora a su entera disposición dado que su madre se encuentra internada en un hospital en un estado cuasi-vegetativo. A medida que el primer número del comic inicial va avanzando nos vamos enterando de la dura niñez que Kyle tuvo, soportando tremendos abusos físicos por parte de madre, los cuales al parecer eran disparados por algún tipo de posesión demoníaca de la cual ella era una víctima. No conforme con eso, Kyle estuvo involucrado en una situación de violencia doméstica que lo tiene a él como el principal sospechoso de haber molido a palos a su pequeña hija y su mujer, aunque, por supuesto, la realidad se distancia bastante de las versiones oficiales de este incidente.
En la actualidad de este relato, Kyle vuelve a encontrarse con el antiguo reverendo de este poblado, y juntos irán desenmarañando una serie de eventos sobrenaturales, todos relacionados con el mismo tema y al parecer todos conectados en algún punto, los cuales irán aportando pequeñas piezas de un enorme puzle demoníaco-celestial que probablemente termine ofreciéndole a Kyle las respuestas que viene buscando hace tiempo para poder reencaminar su vida. En medio de todo esto, un detalle no menor: Kyle parece contar con una “habilidad” para resolver este tipo de casos, pero no queda claro el exacto modus operandi en la que la misma debería ser utilizada, ni tampoco los orígenes de la misma.

Kirkman nos ofrece, una vez más, un relato oscuro y visceral, con una narrativa parsimoniosa que hace acuso de la crudeza de lo mundano cuando se desarrolla en los límites de las tinieblas, y los niveles de crueldad a los que llega el ser humano cuando mantiene sus hábitos violentos dentro de las paredes de su hogar. La atmósfera enrarecida y turbia es obra y gracia de este enorme Paul Azaceta, mismo que presenta una puesta de página ortodoxa y tradicional pero con los elementos justos para ponernos incómodos todo el tiempo. La enorme capacidad de este artista es aprovechada al mango por el guionista que una vez más toma los lugares comunes y los resignifica con sus diálogos punzantes y precisos y su sorprendente desarrollo psicológico de los personajes.

Lo que debería separar a Outcast de otras series regulares de este autor es la promesa de que, por primera vez, sabe a dónde quiere ir llegar incluso antes de comenzar el recorrido, lo que, traducido al castellano, debería significar que la serie en papel tendrá una pronta conclusión y no se prolongará eternamente, poniendo en riesgo la permanencia de calidad en la misma.

La serie de CINEMAX

Lo primero que quiero destacar es que el piloto, como ya sucediera con aquel ya clásico debut televisivo de The Walking Dead, es una transcripción casi literal de lo que hemos leído en el 1er número del comic, a niveles casi ridículos de duplicar diálogos palabra por palabra. Y con “ridículo” no estoy ejerciendo una crítica negativa, a mi entender es asombroso que ciertas líneas de diálogo sean igual de efectivas en el papel y en la televisión. Algunas lo son, otras no, otras se sienten un poco forzadas en los personajes. No creo necesario tener que aclarar –pero de todos modos lo hago- que la narrativa de la historieta y la de los medios audiovisuales es muy diferente: mientras que en una los tiempos de lectura los manejamos nosotros, en la otra estamos a merced de lo que nos ofrecen los productores, directores, guionistas y actores en su conjunto. Siendo así, es comprensible que la forma de desarrollar una trama e incluso la interacción entre los personajes sea distinta, ni mejor ni peor, sencillamente diferente. Por eso, al menos a mí no deja de llamarme la atención la insistencia de algunos realizadores para ofrecer una transcripción textual de una obra, corriendo el riesgo de que se pierda algo de la verosimilitud del relato en el camino.

Dicho esto, de todos modos causa mucha satisfacción reconocer locaciones muy parecidas a las que dibujó Paul Azaceta hace ya más de dos años, y encontrarnos con un desarrollo de la trama que sigue los pasos del storyboard planteado para el comic. Doy por sentado que, al menos en este piloto, esto se da de esta manera porque el guión adaptado lo escribió también el mismo Kirkman, un detalle que ni siquiera tuvo aquel piloto de The Walkind Dead –el guión adaptado y la dirección del estreno corrió por cuenta de Frank Darabont-, y una certeza del absoluto control creativo que el oriundo de Kentuky va a tener sobre este show. Es de creer que en episodios posteriores los distintos guionistas se vayan corriendo un poco del guión que ya hemos leído en papel, al menos en lo que se refiere a ciertos diálogos puntuales y el planteo de ciertas escenas y como ubicarlas dentro de cada episodio. Y de todos modos este capítulo tuvo, de parte de la producción, detalles extras como el poster de "I want to Believe" y el castillo de Grayskull entre los juguetes encajonados de Kyle, así como algunos cambios o ajustes en el casting con personajes que no necesariamente responden al diseño previo desarrollado por Azaceta.

Volviendo al piloto, aquel que encontró en el comic una historia que lo atrapó y lo entusiasmó para seguir dicha serie mes a mes dudo quede decepcionado con esta adaptación. Las situaciones de violencia son aún más impactantes, y el ambiente en general es mucho más turbio y enviciado. La producción puso particular énfasis en instaurar un clima denso y sofocante donde ningún lugar parece ofrecer refugio seguro y ningún personaje está libre de cargar con un pasado plagado de complicaciones. La dirección de Adam Wingard (brillante elección, fue el que estuvo a cargo de la polémica y exquisita “You're Next” del 2011) nos garantizó un relato sórdido y austero, sin golpes bajos ni recursos trillados que puedan entorpecer el entendimiento de la trama, con una prolija edición y una respetable dirección de actores.

Y ya que los menciono, el casting se me figura muy correcto. Imaginaba a Kyle Barnes con más cara de nabo, pero la caracterización de Patrick Fugit estuvo muy bien, a la altura de lo esperado. Los mejores momentos se dieron cuando interactúa con su hermana, y lo más importante de todo es que en ningún momento del capítulo lo sentí sobreactuar, muy medido en sus ademanes, muy correcto con sus miradas, muy acertado. El resto del casting también cumplió su labor con dignidad, aunque me hubiera gustado un Mark Holter más enojado, más severo con su mujer y más jodido con Kyle. Pero, una vez más, acá es la traslación lo que me juega en contra: ese Mark funcionaba en el comic, es muy probable que el temperamento de este sea mucho más verosímil para una serie de T.V.

Aún cuando este episodio piloto alcanza el objetivo de ser un comienzo muy sólido y una adaptación muy fiel, de todos modos a la serie le falta un poco de alma para llegar a transformarse en el fenómeno socio-cultural que terminó siendo The Walking Dead. Estoy casi seguro que el público masivo no va a recibir con los brazos abiertos un show tan lúgubre y depresivo, aún cuando la temática gire alrededor de uno de los tópicos más universales de la historia: la épica e inagotable batalla entre el bien y el mal. No dejen de visitar Tierra Freak para no perderle pisada al hermoso momento que los Geeks estamos viviendo.
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