jueves, 12 de diciembre de 2013

Un Paseo por Bollywood - La Columna de Logan.



No pueden acusar sorpresa ante el título de la reseña de hoy. Si entran a Tierra Freak saben a lo que se exponen, queridos lectores. Se caía de maduro que una de estas semanas íbamos a abordar este fenómeno cultural que mueve millones y ha provocado que grandes estudios norteamericanos instalen sus sucursales en Bombay para poder tener una tajada de tan sabrosa y picante torta. Y créanme cuando les digo que no he pifiado con la analogía: si algo tiene este cine, es especias. Desde la temática que moviliza el dinero hasta el target al que apunta, pasando por las asombrosas y fantásticas historias que rodean a sus estrellas, que muchas veces superan la ficción, todo en esta industria nos resulta, cuanto mínimo, exótico, y por momentos indescifrable. Bienvenidos a la reseña dentro del agujero de Alicia.


What a Feeling

¿Pero porqué Bollywood amerita una reseña? Bueno, primero, y principal, porque mueve mucha plata. India es el 2do país con más habitantes del mundo, con sus 1.267 millones de personas se posiciona justo debajo de China y por encima de U.S.A., que tiene apenas 317 millones. Este sería un dato más del montón (y los tendría saltando encima de mi yugular sus colmillos afilados al grito de ¡¡¡¿y el cine de China, entonces?!!!) si no fuera por los escandalosos números que acompañan estas cifras: más de mil cintas estrenadas por año (en U.S.A. rondan las 800 producciones estrenadas) que generan un corte de tickets escandaloso que araña los cuatro mil millones anuales. Amén de estas cifras, el cine es el principal entretenimiento de este país, y para muchos es el único, y supera con creces el interés y la concurrencia a deportes, teatro e incluso recitales. Este último dato no es gratuito dado que lo más importante en esta industria, la cinematográfica Hindú, es la música: cada película que se realiza en este país de las que pertenecen a las llamadas Masalas Movies (las únicas que termina siendo taquilleras y que capturan la atención del grueso de la población) combina grandes dosis de baile, humor, melodrama familiar y alguna pizca de relato épico sobre una base de tradición e identidad, acción y un final feliz. Por esto, este cine es producido y consumido por la familia, la cual concurre muchas veces a ver el mismo film gracias a los precios generosos de los tickets, que promedian los 30 centavos de dólar. En este país, la experiencia de ir al cine no es individual, es colectiva, y acuden al mismo en masa, llenan la sala de personas, valijas y gallinas, y cantan los temas que, por supuesto, ya conocen (las bandas de sonido de las películas a estrenar se venden meses antes de dichos estrenos), y a los gritos pelados abuchean a los villanos y festejan cada victoria del héroe, se enamoran de las protagonistas femeninas y silban cualquier leve insinuación sexual. Sí, porque este cine, además, prácticamente carece de erotismo, son contados con los dedos de una mano las escenas por año donde se ve un beso. La duración promedio de cada producción es de tres horas, algo que fue exigiendo el público, y tanto los diálogos como las canciones son dobladas… ¿el motivo? Bueno, pues sucede que en India se hablan 16 idiomas distintos y cerca de 40 dialectos. ¿Exagero? Para nada, los invito a verificar esto: entren a la ficha de wikipedia de Aishwarya Rai, la más popular actriz Hindú de la cual me explayaré más adelante, y presten atención al menú con los distintos idiomas en los que se puede encontrar la misma, al costado izquierdo de la página. Por favor, ubiquen aquellas lenguas que entiendan y contabilicen cuantas han descartado. Gracias. A medida que nos vamos adentrando en las rarezas de esta industria más nos pica la curiosidad de poder alguna vez vivir una experiencia como esta en una de las 12.000 salas (entre ambulantes y permanentes) distribuidas a lo largo y ancho de este país, para saborear de primera mano este cine escapista que ofrece el que para muchos es el único entretenimiento posible. En una tierra donde todo convive –la pobreza extrema con una riqueza ridícula, sumado a casi 20 idiomas distintos y cerca de 40 dialectos más un puñado de religiones-, el cine funciona también como un pegamento de las diferencias.

Las mil y una noches Hindúes

Los comienzos de esta industria, allá por los inicios del siglo XX, retrataban la épica hindú y enloquecían a un pueblo ávido por palpar en la pantalla grande las hazañas de sus mitos, dioses y demonios; hoy ese gusto por lo mítico permanece casi intacto, con la salvedad de que el objeto de adoración es actualmente el héroe protagonista. Y cuando las luces se encienden y aún queda remanente la adrenalina de lo vivido en la oscuridad de la sala, la consecuencia de esto es enfocar esta pasión en los actores que dieron vida a esos personajes. Y es ahí cuando entra Aishwarya Rai, una mujer que si no fuera Hindú protagonizaría la fantasía sexual de cualquier occidental. Con una refinada hermosura y un halo de misterio constante, Ash o Aishu, como la llaman sus amigos, es la estrella de Bollywood más conocida mundialmente, particularmente por haber sido Miss Mundo en 1994 y por los importantes contratos publicitarios que obtuvo en los últimos años. Ha acumulado tal fama y riqueza que incluso  
 Will Smith ha declarado que desea ansiosamente trabajar con ella, tiene una réplica de su rostro en el Museo de Cera de Londres y en Ámsterdam bautizaron un tipo de tulipán con su nombre. ¿Cómo podemos nosotros, simples argentinos, ubicarla? Bueno, tiene una suculenta participación en The Pink Panther 2 (2009), y también acompañó a Ben Kingsley (je, hizo de Gandhi el dolape… guiño, guiño) en el film The Last Legion (2009). Su aterrizaje definitivo en Hollywood (con H, no con B) aún no se ha producido y teniendo en cuenta que recibe 2 ofertas laborales por día para seguir trabajando en su país es probable que nunca se dé. Alejada un poco de esta industria desde que decidió formar familia con Abhishek Bachchan (un galardonado actor Hindú al que le lleva 3 años), la bella Ash tuvo que sortear más de un obstáculo para finalmente poder conformar su familia: las cartas astrales de la pareja consultadas previas al compromiso vaticinaban mala suerte para el marido, razón por la cual tuvieron que encontrar un antídoto para deshacer dicho hechizo, y el mismo fue una ceremonia secreta y misteriosa a la que el público no tuvo acceso, que duró cerca de diez días y tuvo más de 5.000 invitados que asistieron a la misma en un castillo en la ciudad de Jodhur. Pétalos de flores arrojados desde un helicóptero y diamantes como suvenires fueron parte del rito de la comunidad but del sur de la India para festejar esta ceremonia, acompañados luego por los ritos token y bengalí, todo esto conformando una mezcla de lívido, misterio y glamour que Occidente no conocerá jamás.

B de Bombay

Tal y como dejé claro más arriba, los actores ganan muy bien y son tratados como celebridades, pero el sistema de rodaje y producción es, también, de otro planeta. El guión es apenas un detalle irrelevante en estas producciones, y muchas veces se escribe sobre la marcha y los actores reciben los guiones mientras se maquillan, minutos antes de salir a escena. Esto no quiere decir que cualquiera pueda actuar, de hecho es absolutamente todo lo contrario: estas celebridades tienen que saber actuar, improvisar, pelear, cantar, bailar y encima hacer reír, todo junto. Sumado a esto, muchos de estos actores realizan varias producciones simultáneamente, algo inconcebible para Hollywood. Filman escenas de distintas películas en una misma semana, e incluso muchas veces en el mismo día, es por eso que la mayoría de los rodajes se hacen en estudios y no en exteriores, y todos se concentran en Bombay, Maharashtra, India (de ahí el nombre de Bollywood, ¿no?) para comodidad de ellos, para que los actores no tengan que alejarse demasiado de la meca y puedan corresponder con todos sus compromisos. Con todo lo expuesto, pero con números tan altos, era evidente que tarde o temprano Hollywood aterrizaría en esta ciudad para formar parte de esta industria. Es así como Warner, Fox, Columbia, Sony y Disney ya tienen sus sucursales y están preparando la invasión. Cada una con una estrategia distinta, y siendo conscientes de que con los productos que generan en Norteamérica jamás podrán acaparar ese público que la producción local mantiene cautivo. La paciencia y el estudio de un mercado radicalmente distinto serán las únicas opciones que manejan durante algunos años hasta poder realizar producciones para el público local: pensar globalmente, actuar localmente es una de las reglas de marketing que les 
permitirá entrar en un mercado que de entrada los ha rechazado: importar cine no cubre un hueco para los Hindúes, es un plato más que se agrega a una mesa llena de delicias, es así como lo ven los nativos de esta exótica tierra, y eso no sucede en todos lados. Las cintas norteamericanas estrenadas en inglés con subtítulos son vistas por apenas 5 millones de personas al año en India, si se traducen a algunos de los idiomas de uso corriente en este país pueden arañar los 30 millones, pero son migajas para un país de más de mil millones de habitantes en la cual la televisión no abunda y acuden masivamente a las salas de cine. Luego del fracaso que fue Saawariya (2007), el primer film Hindú producido íntegramente en Bombay por Sony, y que pretendía tener una proyección internacional, han tenido que rever las estrategias aplicadas y barajar y dar de nuevo. A las producciones de Disney y Warner que siguieron no les fue mucho mejor, de hecho todo lo contrario.
Es excitante y hermoso ver que, finalmente, no todo es cuestión de dinero en este país: aún con una amplia ventaja financiera sobre las productoras hindúes, Hollywood no consigue conectar con este exótico y variopinto público, y al menos por el momento se prepara para morder el polvo por 2da vez, como lo hizo décadas atrás con Vietnam. Jo jo jo. En cambio yo espero volver a poder conectarme con ustedes a través de esta columna el Jueves que viene, acá, en Tierra Freak.
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