lunes, 24 de junio de 2013

El Shoujo está muerto - El Mangazo de Manipuladora.


A las personas que lean ese título las puedo dividir a la mitad. El primer 50% va a pensar que es un título extremista y capaz se va a sentir atraído a leer, mientras que la segunda parte se va a preguntar qué carajo es “shoujo”.
Bueno, mi amigo, acá la Tía Manipuladora le va a explicar un poco de qué va todo esto.



Para el que no sabe (y tiene fiaca de abrir Google), el shoujo es el género en Japón que se dedica a entretener a las mujeres.  Como tal, tiene varios subgéneros dedicados a complacer tanto nenas muy pequeñas y señoras adultas.
En occidente no existe la división en el género como tal. Una serie/manga puede ser muy afeminada como para que un hombre le huya o es lo suficiente unisex para que cualquiera lo vea.  En el shounen (género dedicado a los hombres), obviamente pasa lo mismo.
Aunque tampoco es como si en Japón todo estuviera muy dividido, las nenas también pueden jugar con camiones y seguro que algún varón jugó con una muñeca alguna vez (no le digan nada a Lubertino, porfa).
En Argentina conocemos bien el shoujo y muchas series bajo el género fueron (y son) muy populares aún cuando mucha gente que las miraba no supiera que originalmente estaban destinadas a un público femenino.

El ejemplo más conocido por lejos es Sailor Moon de Naoko Takeuchi, serie que originalmente se emitió hasta en tres canales de cable y varios de aire durante los noventas. El furor por la serie fue tal, que hasta sus tres películas fueron editadas en video cassette (ufff, la vejez), tuvo una revista oficial (no muy oficial) y tiene un fans club en Argentina que está muy presente desde hace muchos años con una vigencia de la que pocos se pueden jactar.
Podría irme aún más lejos también nombrando series como Candy Candy o Angel, la niña de las flores (Hanako no Lun lun) pero ninguno llegó a la popularidad enorme de Sailor Moon.
Por mala suerte, el manga nunca llegó en versión argentina porque nunca generó un interés importante en las editoriales. El tiempo pasó y hoy en día la editorial japonesa, Kodansha, apela que no le interesa lo suficiente como para publicarlo en el país. O eso responden las editoriales locales cuando algún nostálgico les pregunta.

 Viajando un poco en el tiempo, en noviembre del 2000, Editorial Ivrea editaría junto a otros mangas su primer shoujo: Fushigi Yugi, que a su vez también era el primer manga que publicaban sin que se haya emitido su anime en la TV local.
La historia de la piba que es trasladada a otro mundo y se ve envuelta en una pelea con su mejor amiga por un macho, se publicó en 36 tomos de 100 páginas y tardó siete largos años en completarse. Y más allá del desacierto de publicar un manga de 18 tomos en libritos de cien páginas (popular en aquella época por parte de editoriales de otros países), al consumidor no les impactó una historia completamente romántica. Aún cuando Ivrea si le pegó en publicar el manga más popular (en ese momento) de Yuu Watase y que encima tenía factores mágicos como otras series populares.

 Un año después, gracias al éxito del anime, la misma editorial nos trajo en tomos de 200 págs. el exitosísimo shoujo de CLAMP: Card Captor Sakura.
El manga constaba de 12 tomos y hablaba de las desventuras de Sakura en su búsqueda por las cartas Clow. Completó su colección (previo paso por la crisis del 2000 como con Fushigi Yuugi) en Octubre del 2003 con una popularidad que se vio reflejada en las convenciones de anime de la época, donde todo el mundo quería comprar algo de la serie.
Era innegable el éxito de Sakura y  comparable con el amor que hay por Sailor Moon.
Sería ridículo no notar la diferencia entre Fushigi Yuugi y el manga de CLAMP, que con sólo seis tomos de diferencia (12 en la edición argentina de Fushigi Yuugi) se demuestra que a Sakura le fue mejor al terminarse cuatro años antes habiéndose publicado un año después.

Con el tiempo y el incremento de la popularidad del comic japonés localmente, pisamos terreno peligroso por primera vez con un manga de Mayu Shinjo.
 La reina del shoujo picante, según la vendió Ivrea, aterrizó en Argentina con un tomo único que llevaba el nombre ambiguo de “Dame más”. Supongo que era un intento algo «delicado» por parte de la editorial de abarcar algo más que público femenino. El tomo recopilatorio traía cinco historias en las que podíamos ver que las novelitas para mujeres no eran sólo tomarse de la mano y mirar al cielo mientras cambiaban de escenas. El sexo estaba presente y cumplió su cometido original, no sólo mujeres compraron el tomo.
Lejos ya quedaba el romanticismo mágico de mangas como Fushigi Yugi que poco rendían,  ahora entrábamos al reinado (oscuro) de Mayu Shinjo que vino acompañado también por Virgin Crisis (4 tomos), El Amante Dragón (9 tomos), Midnight Children (2 tomos), Amor al Desnudo (1 tomo), Sex=love2 (2 tomos) y Love Celeb (7 tomos). La popularidad de la Shinjo se ve claramente por la cantidad de obras publicadas y es al día de hoy que la editorial apuesta por ella.
La editorial incluso intentó apostar por otra autora similar trayendo el manga de 9 tomos, Honey x Honey Drops de Minami Kanan. Esta historia igual de picante y sin sentido que las obras de Mayu Shinjo no funcionó y no volvimos a saber de la autora.

Y mientras no metían el “shoujo picante” por todos lados, otras editorales invisibles y algo dejadas como Deux, completaban en silencio a Princess Ai de DJ Milky (CEO de la difunta editorial yankee Tokyopop) con la colaboración de Courtney Love (?!) y el dibujo de Kujiradou Misaho.
Esta bizarreada de tres tomos que ahora se puede conseguir por $3 en cualquier cueva del centro de Buenos Aires, contó con el diseño de personajes de Ai Yazawa y cayó en la oleada de mangas publicados por Deux bajo el sello Tokyopop.
El manga cuenta la historia de la Princesa Ai, supuestamente está basada en Courtney Love,  que se escapa de su reino y llega a nuestro mundo moderno.
Es increíble pero conozco gente que compró eso y es más, años después, se publicó su secuela en un solo tomo titulada Princess Ai – The Prism of midnight dawn. Ugh.

Por suerte, entre el sexo triangular de las caras triangulares de" antes de "Shinjo y el desastroso shoujo de Deux, también tuvimos mangas buenos de verdad y es por eso que la editorial del gordito –para nada- simpaticón, nos trajo Paradise Kiss de Ai Yazawa.
Esta es una hermosa, muy hermosa, historia que ya podemos clasificarla de Josei (Shoujo pero para maduritas) que habla del crecimiento y las relaciones adultas de sus protagonistas. Originalmente editado en cinco tomos, acá lo vimos en versión de 100 páginas en una edición bastante linda.
Otro que trataba de ayudarnos a sobrellevar los mangas mediocres, fue D.N.Angel de Yukiru Sugisaki que cuenta la historia de Daisuke, un pibe que conlleva un legado familiar y se transforma en legendario ladrón.  Lo destacable de este shoujo que al día de hoy no tiene final en Japón, es que el protagonista es un hombre. Esto es algo muy común en los mangas japoneses dedicados para mujeres pero en Argentina, es algo completamente nuevo.
Una lástima que este manga haya sido golpeado por los altibajos de Ivrea económicamente (demorando sus salidas, cambiando su edición por la española) y el retraso mental de su autora que se empeña a empezar nuevos mangas en lugar de terminar los que tiene en curso.

Ahora bien, con tanto manga publicado quizás alguno se pregunta a qué se debe el título de esta nota.
La publicación y el éxito del shoujo en el mercado de Argentina fue cayendo con los años antes de empezar a crecer.
Editoriales nuevas como Larp Editores empezaron a apostar por el género con mangas como Vampire Knight de Hino Matsuri y Ouran High School Host Club de Hatori Bisco pero la falta de atención ralentiza su periocidad.
Ivrea aún no abandonó el género romántico pero ha dejado en claro varias veces que sus ventas son menores en comparación al seinen o el shounen.
Mangas como Érase una vez nosotros (Bokura ga ita) de Yuuki Obata, Kareshi no Kanojo no jijo (Karekano) de Tsuda Masami, o Fruits Basket de Takaya Natsuki  sufren horrores para ver su siguiente número en las comiquerías.
Historias que son éxitos en su país de origen, no terminan de arrancar acá por la falta de interés y se encuentran últimos en las prioridades de las editoriales a la hora de sacar series que estén colgadas.

Originalmente el título de la nota era “El romance está muerto” pero tuve que cambiarlo al notar que series dedicadas al público masculino como I”s de Masakatsu Katsura o Ichigo 100% de Mizuki Kawashita fueron bien aceptadas por el consumidor.
El problema parece no estar en el romance ni en la falta de interés pero lo cierto es que las historias románticas no llaman la atención lo suficiente y a las editoriales no les rinden.
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